domingo, 30 de noviembre de 2008

Sólo recordamos lo que nunca sucedió...

-Claro que tenemos dos ojos, dos orejas, una boca, y en definitiva un cuerpo... Pero somos completamente distintos...
-Creo que me he perdido...
-No es tan complicado... Podemos decir que pienso diferente que el resto del mundo... que mis ojos miran diferentes que los tuyos...y mi corazón late de otra manera cuando te acercas demasiado a mí... y sin embargo el tuyo lo hace cuando te acercas a ella... somos demasiado diferentes, y en realidad mi problema es que me siento diferente a toda persona humana.
-Todos somos diferentes...
-Lo se... pero no es tan sencillo...
-Sí es sencillo, la vida es sencilla, y tú te empeñas en complicarla...¿por qué? Hablas como si a mí no me latiera el corazón igual que a tí, y ni siquiera has puesto tu mano en mi pecho.
Él le cogió la mano y la colocó en su corazón, que latía a la misma velocidad que el de ella, la cual lo único que hizo fue abrir la boca y volverla a cerrar...y por un momento se sintió más unida a él...como nunca lo había sentido con nadie.

domingo, 23 de noviembre de 2008


Cuando era pequeña, mis profesores me mandaban recoger hojas caducas de los árboles. Todos los otoños iba con papá camino del colegio agachándome para coger texturas rugosas que todo el mundo pisa(ba) y da(ba) patadas. Me gustaba su color marrón, y que acariciaran mis dedos. Me gustaba el otoño, porque significaba (a)coger hojas caducas que los árboles tiraban al suelo,y los hombres pisa(ba)n, y da(ba)n patadas.
Luego, aquellas hojas acababan pudriéndose en cuadernos, acompañadas de letras de caligrafía, que trazaban el nombre de los árboles que las habían despreciado. Nunca llegué a encontrar el sentido a esto. No, porque nunca llegué a ser capaz de diferenciarlas entre sí. Al final, acababan en la basura cuado llegaba en invierno.
Y ahora es Otoño, y ya no me agacho al suelo y las recojo para que luego se pudran y acaben en la basura. Hace tiempo que dejé de creer en causas perdidas, como lo fue nuestro amor.
Ahora nisiquiera colecciono cromos. Solo palabras, recuerdos y amores, que acaban en contenedores. Que irónico es todo. Al final todo se repite, no nos engañemos, cambiaran las formas, los modos, el material a coleccionar, pero todo acaba en la basura, en contenedores. Del alma o de plástico, pero contenedores. ¿Y de qué sirve coleccionar? Lo siento, nunca llegué a encontrar sentido a esto.

martes, 18 de noviembre de 2008

Cuestión de perspectivas.

Una vez me dijeron que los corazones destiñen, que destiñen como lo hacen los principes azules. Una vez. Y entonces lloré, porque ni siquiera sabía que los principes azules no eran azules, si no marrones, o verdes, que eran sapos, y por muchos besos no se transformaban. Era mi inocencia, santa, intacta, de la que nacieron lágrimas vírgenes, que sabían a pureza al llegar a los labios. Pero las lágrimas se gastan, efímeras como todo en esta vida, y cuando los párpados se levantan, toca mirar de otra manera. Perspectivas. Y me di cuenta de que nada destiñe, si no, cambia de color. (¡Cambiar! Odio esa palabra, y todos sus derivados). Cambia de color dependiando de la perspectiva, y llegó el momento de tomar otra perspectiva. Madurar, como lo llamarían unos. No, no es eso, simplemente es darse cuenta de que la vida no es color de rosa. ni de color verde, ni marrón, ni azul. Es darse cuenta de que la vida, como el corazón y los príncipes es la mezcla de todo. Mezclate conmigo. Tú marrón y mi rojo, inventemos colores... Inventemos corazones que no destiñan.